POR QUÉ NO SOY AGNÓSTICO
El agnosticismo parte de un
supuesto válido: no podemos afirmar o negar que algo sea verdadero si no
tenemos criterios objetivos para su verificación, pero el problema es que el
agnosticismo intenta aplicar un criterio de verificación estrecho al problema
de la existencia de dios, trata la cuestión como si la intangibilidad, la
incorporeidad que se atribuye a dios fuera un obstáculo insuperable para la
investigación. Si este escollo fuera insuperable, entonces prácticamente toda
la vida interior del hombre sería imposible de ser estudiada: ¿existe la
memoria, existe la voluntad, la inteligencia, el amor? ¿Son hechos o son
simplemente realidades que creamos para dar razón de ciertas manifestaciones
que observamos? Estas realidades no pueden ser observadas directamente, por lo
que uno debe proceder a examinar las manifestaciones a las que se atribuye su
presencia. Ese es el camino correcto para decidir si se justifica o no la
utilización del término. Por consiguiente, la existencia de Dios puede ser
verificada. La ciencia natural ya demostró que la regularidad del universo
obedece ineluctablemente a leyes físicas y no a principios divinos, que toda la materia y energía existente no
pueden ser objeto de creación ni destrucción. Y en cuanto a la psicología, los
estudios sobre la superstición han demostrado que las creencias religiosas
surgen en un clima de estrechez informativa y vulnerabilidad emocional. Todo
ello, y la misma existencia del budismo hinduista y zen que permiten acceder a
alto niveles de espiritualidad sin necesidad de contar con la existencia de
dios, me lleva a sacar la conclusión que la hipótesis de la existencia de dios
es innecesaria e inútil. Es por eso que soy un ateo convicto y confeso.
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