sábado, 19 de abril de 2014

AMOUR ET LIBERTÉ
Muchas veces en el amor hay posesión, hay celos, un deseo de exclusividad, un egoísmo disfrazado de amor. Nos formamos expectativas exageradas sobre la persona que amamos, expectativas que solo son un reflejo de nosotros y no de nuestra pareja; y esas expectativas presionan, exigen, hieren y terminan matando nuestra libertad.


AMOUR ICI
Si el amor solo vive en el presente, aquí y ahora, con esta mujer, con este hombre, en este espacio de singular intimidad, entonces no importa lo que fuimos ni tampoco lo que seremos. Cuando amas plenamente solo cuenta esta mirada tuya, ese gesto de total entrega, esa vida en plena expansión.


AMOUR
Esa intimidad maravillosa llamada amor, ese pináculo de sublimes estremecimientos y emociones rebosantes de eternidad....en las tenues fronteras de este mundo ya no hay cuerpo que huela a ti ni espíritu que se encarame sobre tu piel. Solo este silencio profundo y agradecido al contemplar nuestra unidad.



El tao es la conciencia de que la vida no puede ser controlada. Control equivale a tensión, a pugna interna y externa. Al vivir el tao ya no hay deseos de controlar, pues el temor se pierde...y al morir el temor naces a la infinitud de la existencia.


El tao es el camino por donde vas viviendo y dejando ideas, anhelos, sueños, afanes, conflictos, sin aferrarte a nada ni a la misma idea de liberación interior. El tao es la senda de la despreocupación, de la impasibilidad, es el hecho de soltar el ego y de confiar en la existencia permitiendo que ella viva plenamente en ti.

LA MISERIA DE LAS PRINCESAS

No traten a las mujeres como princesas...esperarán siempre un trato regio, real: su incipiente vanidad se convertirá en insufrible arrogancia. Trátenlas como auténticas mujeres: que sientan el cénit y el abismo del amor, que sientan las miserias, los esfuerzos y sudores de la experiencia amorosa así como sus deliciosos efluvios, exquisiteces y refinamientos. Una princesa no es nada comparada con una mujer: la princesa parte de un supuesto: ella debe ser reverenciada; la mujer parte de una realidad: el amor es una reverencia mutua. Ven aquí, princesa, para vestirte de humanidad.