sábado, 19 de abril de 2014

LA MISERIA DE LAS PRINCESAS

No traten a las mujeres como princesas...esperarán siempre un trato regio, real: su incipiente vanidad se convertirá en insufrible arrogancia. Trátenlas como auténticas mujeres: que sientan el cénit y el abismo del amor, que sientan las miserias, los esfuerzos y sudores de la experiencia amorosa así como sus deliciosos efluvios, exquisiteces y refinamientos. Una princesa no es nada comparada con una mujer: la princesa parte de un supuesto: ella debe ser reverenciada; la mujer parte de una realidad: el amor es una reverencia mutua. Ven aquí, princesa, para vestirte de humanidad.


1 comentario:

  1. Tienes mucha razón, amigo. Creo que el amor, tanto como proceso bioquímico así como construcción cultural, nos lleva a una apreciación metamorfoseada de la realidad, que al final, termina matando al propio amor y lo más grave, a la libertad del hombre.

    ResponderEliminar