LOS EMERGENTES
Emergieron del resentimiento y los venenos recónditos,
del odio soterrado colmado de ponzoña.
Emergieron para hacer sentir su voz,
su voz quejumbrosa y vindicativa
en medio de sudores de venganza y afán maligno.
Y cuando emergieron su encono se hizo insolencia:
insolencia del vil metal, del billete manoseado.
Masacraron bibliotecas, pisotearon pensamientos, hicieron del
rosal de la cultura una planta rastrera y gusanada.
Y ahora se yerguen orgullosos en su brutal ignorancia.
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